No existe un integrante del ecosistema del hockey que no quisiera participar de unos Juegos Olímpicos: jugadores, entrenadores, árbitros, oficiales...Se trata de la fiesta más grande del deporte mundial y estar ahí es mágico más allá de cualquier puesto, rol o resultado.
En el caso de los países, los representantes americanos que jugaron fueron tres equipos: Argentina, en damas y caballeros, y Estados Unidos en la rama femenina.
Lo de Las Leonas en esta competencia es impresionante: desde Sidney 2000 estuvieron siempre en el podio olímpico con excepción de Río 2016. Llevan seis medallas acumuladas, en siete Juegos, y la última, de bronce, la consiguieron en esta edición tras vencer por shoot-outs a Bélgica.
Las estadounidenses volvieron a este escenario después de su ausencia en Tokio 2020 (2021) y se ubicaron en la 9ª posición. Sin embargo, el proceso en el que están enfocadas es sin duda la próxima parada: Los Ángeles 2028 donde serán locales.
En la rama masculina, la sensación que le quedó al equipo argentino fue sin duda amarga. En cuartos de final se enfrentaron con el último campeón mundial y en un partido de ida y vuelta absoluto terminaron cayendo por 3 a 2. El sueño terminó pronto y por su ubicación en la zona, quedaron en el 8º puesto.
Pero además de los mayormente convocantes, los jugadores, hay más americanos que participaron de este evento y aunque no metan goles y su trabajo sea muchas veces más silencioso, son importantes y lo viven de una forma especial.
Trinidad y Tobago no clasificó, pero sí tuvo representante. A través de Ayanna McClean esta nación dijo presente. Comenzó como jueza de forma oficial en los Juegos de la Juventud en 2010, pero en los mayores, recién pudo estar 11 años después, en Tokio. “Los Juegos Olímpicos siempre serán el mayor y mejor logro de mi carrera. Cuando recibí el correo electrónico nombrándome para mis segundos juegos, París 2024, el sentimiento inicial fue la misma incredulidad abrumadora seguida de euforia. Realmente no podía soñar esto cuando comencé mi carrera como árbitro. Por el país del que vengo, esto no estaba en el plan, nunca pareció posible terminar acá”, aseguró McClean.
Soledad Iparraguirre tuvo su debut como árbitra en 2001. Acumula cuatro Juegos Olímpicos con esa función. Sin embargo, París 2024 fue el primero como Umpire Manager, un rol de mucha responsabilidad: “Mis tareas son designar los árbitros, evaluarlos, darles la devolución, mantener una relación estrecha con el delegado técnico, que apruebe las designaciones, y una tarea de los 10 meses previos con reuniones mensuales on line. Esta vez designaron cuatro Managers para 28 árbitros, sin distinción de género. Esto implicó que para ver a todos los árbitros, que entiendo que era lo más justo, había que mirar muchos partidos por día: de 74 partidos que hubo yo miré 60”, detalló la experimentada jueza sobre su labor.
Además, Soledad dijo: “Es un evento realmente muy exigente, porque hay muchas cuestiones que atender, no solo los árbitros, sino los técnicos, la parte de tecnología como el uso de las radios, el video ref, etc. Hay que saber muy bien los protocolos. Por ejemplo, los técnicos te mandan videos todo el tiempo por mail y hay que contestarles todos los días. El manejo de la televisión es realmente complicado, creo que no se parece ni a un Mundial. Es algo único para quien ama el deporte y creo que ser designado es un honor y un privilegio del que siempre voy a estar agradecida”, explicó.
Gabriel Labate es otro argentino que participó pero para él fue el debut en esta competencia: “Es una alegría inmensa. Para mí fue cumplir un sueño por el que trabajé y me esforcé mucho, siento felicidad total”, explicó quien impartió justicia en el campo. Sin embargo la magnitud del evento también hace que todos los ojos estén atentos a eso. Sobre qué fue lo más difícil, Labate respondió: “Desde que me enteré de la designación hasta que llegaron los Juegos fueron 10 meses de trabajo pero de ansiedad también. En el torneo, lo más complejo es la presión porque sabés que no hay margen de error, especialmente de cuartos en adelante donde los equipos se juegan todo y si pierden se van a casa. Hay que saber sobrellevarla y eso lo aprendés con los años. Lo importante es que esa presión no te desenfoque en lo que tenés que hacer dentro de la cancha”. Su templanza fue la que lo llevó a estar en París.
Al final, se necesitan dos para un tango. En hockey podríamos decir que al menos tres, no se puede sólo con los dos equipos, también se necesita de los jueces y oficiales para completar el baile. Por eso, celebramos toda la presencia americana en la fiesta más grande del deporte: los jugadores, los árbitros y también las autoridades que hicieron que todo fuera posible.